La galería madrileña Elba Benítez es otra de las representantes de España en la feria londinense Frieze. Es una de las galerías más prestigiosas del país y representa artstas de la talla de Carlos Garaicoa, Cristina Iglesias y Vik Muniz. Es una galería veterana en la feria y ha decidido presentar este año un solo show del artista catalán Ignasi Aballí.
Aballí es un artista conceptual que, juega con la relación entre la cotidianeidad y el arte.
Aun de manera inconsciente, nuestro día a día está repleto de lenguaje y metáforas artísticas, que él desgrana en sus obras usando diversos materiales y métodos. Contemplando una obra de Ignasi Aballí podemos contemplar objetos que no están, por ejemplo. Miramos a una estantería vacía y curvada, y a nuestra mente viene inmediatamente la imagen de esos libros, evidenciados por su propia ausencia. Usa materiales comunes para nosotros como polvo, carboncillo, periódicos o fluido corrector. Es una cercanía que no pretende otra cosa que eso, la asimilación de su obra como parte de nuestro imaginario.
Para esta edición de Frieze, la galería llevará obra de la serie del 2002 “Desapariciones” combinada con piezas recientes creadas especialmente para la ocasión.
Esta serie del 2002 es clave en la carrera del artista. Fue expuesta en el edificio Sabatini del Museo Reina Sofía de Madrid. Se trata de una serie de carteles de cine y una película que toman como punto de partida la obra literaria La disparition (1969) del francés Georges Perec. Este libro tiene la peculiaridad de no tener la letra “e” en ninguna de sus palabras. Esta ausencia hace que sea la letra más importante de la obra, y esto es el tipo de conceptos que Aballí explora. Creó carteles de cine para el guión adaptado de esa obra literaria y de otros guiones de Perec. Son carteles de filmes que nunca se llegaron a realizar. Juega por lo tanto con la realidad y la ficción de su delgado hilo separador. También de la estrecha relación entre el lenguaje escrito y el lenguaje artístico visual; conceptos que toca en muchas ocasiones a lo largo de su carrera.
Las series que trae Elba Benítez de este año que se expondrán por primera vez en esta edición de Frieze son cuatro, muy diferentes entre sí.
La primera, “Fondo para una imagen”, son diversas piezas de colores que a simple vista parecen obras de colores degradados que recuerdan al expresionismo abstracto. Se trata de minúsculas imágenes sacadas de fotografías de periódicos y revistas. Recorta detalles de las imágenes, los agranda hasta que pierden cualquier tipo de forma y los coloca unos al lado de los otros para formar esa pieza de colores en degradación. Es una alusión a la pintura en donde la pintura está ausente.
La segunda serie en Elba Benítez, llamada “Historia del arte”, es un guiño a los estudiantes de arte que no llegaron al cambio de tecnologías.
Antes de los proyectores que ahora muestran las imágenes en digital, las clases magistrales de la universidad se impartían acompañadas de diapositivas. Aballí colgó de la ventana de su estudio un conjunto de diapositivas a color de obras célebres de la historia del arte. El sol que entra por la ventana, aparte de iluminarlas las daña y de ahí se extrae una reflexión sobre el paso del tiempo, el deterioro y la extinción. Son fotografías tomadas de día y podemos distinguir claramente obras como La joven de la perla de Johannes Vermeer o Apolo y Dafne de Bernini.
“Errores de escáner”, la tercera de las series, son exactamente lo que el título indica, con la particularidad de que el artista ha provocado estos errores intencionadamente. Combina imagen y texto, algo habitual en su carrera; y muestra hojas arrugadas y frases ilegibles en obras literarias que han sido importantes para su desarrollo como persona y como artista.
La última, “Diez páginas blancas”, es una instalación que, al igual que las diapositivas de “Historia del arte”, habla de los cambios producidos por el tiempo.
Son diez hojas de libros usados que ha dejado a la luz natural por un tiempo indeterminado. Eran en un principio todas hojas blancas. Con el tiempo, han cambiado de color y textura y cada una es totalmente distinta a las otras. La reflexión sobre el paso del tiempo es algo muy masticado en todas las artes; sobre todo en la literatura y en las artes plásticas. Ignasi Aballí no duda en formar parte de esta obsesión colectiva y exprime el concepto creando obras muy delicadas que, más decir algo de forma directa, cuentan historias al espectador, dejándolo absorto y pensativo.
