Los retratos de Huang Rui nos hicieron muy felices.
Aparte de la gran instalación en el Museo delle Mura, Huang Rui no quiso dejar vacía la galería que organizó la exposición: Sala 1
Nos trajo de Pekín ocho óleos; seis de ellos formaban dos banderas italianas, cada uno de un color. Dentro, un nombre que representase ese color. Así, en una de las banderas estaba el “basílico” (Albahaca) o la sangre, y en la otra la nieve, un prado o el pomodoro (tomate).
Además, el artista hizo retratos a carboncillo a las personas que trabajamos en la instalación. Los retratos de Huang Rui fueron hechos dependiendo de nuestro año de nacimiento, es decir, nuestro signo del zodíaco chino.
Así, en la galería estuvieron expuestos durante mes y medio nuestros retratos bajo la visión de un artista con el que apenas nos comunicábamos. Solamente con señas y un inglés macarrónico que no dominábamos ni nosotros ni él.
El día de la inauguración, se nos pidió que escribiésemos algo en cada retrato de Huang Rui. Algo que uniese Roma, Pekín y el paso del tiempo; que era, al fin, y al cabo, el motivo de toda la instalación. Todos escribimos algo que nos resultó interesante, especial… y ahora esos retratos giran y giran… por el mundo del arte contemporáneo.
Texto original publicado en Medios y Redes