El taller que la artista Luz Darriba abrió y regentó a mediados de los años 90 en Lugo tuvo un éxito rotundo de alumnado y exposiciones. Cuando cerró, ya habían pasado por allí cientos de lucenses que querían aprender técnica de pintura de la mano de una de las artistas contemporáneas más celebradas de la ciudad. Sus clases eran rigurosas y formales. La pretensión era formar de verdad a las personas interesadas, dejando de lado el carácter lúdico y de pasatiempo de otro tipo de academias.
Estaba en la calle Avutarda y fue el taller privado mejor valorado de la ciudad.
Luz cuenta que le hubiese gustado ejercer la docencia desde alguna institución a través de una oposición, pero eso fue imposible por la falta de acuerdos entre los centros de estudios en Argentina y en España.
Hice un caminito entre Lugo y el ministerio de Madrid, de las veces que fui, con mis títulos. No me los homologaron nunca porque aquí Bellas Artes son 5 años y yo tenía 14 cursados. No sabían qué hacer con eso.
La formación de Luz es de 14 años porque estudió en 3 escuelas diferentes:
- Entre 1973 y 1977 estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano”. Esta formación permite ser docente de Artes Visuales en educación primaria en Argentina.
- En cuanto acabó, se matriculó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, hoy unificada en la Universidad Nacional de las Artes. Estudió en el taller del escultor Pujía hasta el año 80 y fue aquí donde comenzó realmente su carrera como artista plástica.
Más tarde, en el año 1983 y hasta el año siguiente, realizó una extensión cultural en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova. Hoy perteneciente a la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se especializó en pintura mural, disciplina que le apasiona y que domina a la perfección a pesar de no haberse dedicado a ella enteramente.
Ante la incapacidad de homologación de los títulos, tomó la decisión de montar el taller y hacerlo lo más académico posible. Por eso, quiso que sus alumnas y alumnos tuviesen la oportunidad de pintar modelos reales con y sin ropa.
Yo pintaba en Argentina modelos desnudos 15 o 20 años atrás… y en Lugo hasta vino la televisión al estudio porque les resultaba inaudito que hubiese gente desnuda posando.
Las clases con modelos eran las más solicitadas. Se llenaban aun siendo mucho más caras, porque había que pagar a los modelos.
Me costó conseguirlos… no sabes lo que me costó conseguir modelos que se desnudaran allí. Las clases se pagaban el triple.
El Lugo de los años 90 acogió esta propuesta con asombro, admiración y alegría, abriéndose a una experiencia que, sin ser novedosa, rompió los esquemas del conservadurismo y recatamiento reinante en las ciudades pequeñas de España.
A partir del año 2000, con el trabajo que implicaba el proyecto CUMULUM, el taller se fue quedando atrás poco a poco.
Si no estaba yo no se ponían los libros. Los voluntarios estaban allí, pero hasta que yo llegaba no se empezaba a trabajar. Dependió de mí todo, durante un año entero. Al principio intentaba cambiar las clases de día, pero era muy difícil compaginar y claro, la gente tiene su vida.
Luz Darriba se vio obligada a dejar el taller en detrimento del nuevo camino que transitaba su carrera como artista. A pesar de que el espacio duró unos años más, era usado solamente para crear nueva obra plástica y no como academia.
Después sería tonto rearmarlo… yo una vez que cierro una puerta… la cierro de verdad.
Luz Darriba cerró la puerta a esa etapa para abrir la puerta gigante de los macroproyectos. Fue un punto de inflexión muy grande en su carrera. Después de CUMULUM vino la instalación de la UNESCO… después la de la Puerta de Alcalá… ya no hubo marcha atrás.