“Puerta de Alcalá – Una puerta hacia la cultura” fue la consecuencia inmediata de su predecesora: CUMULUM.
Luz Darriba se había consolidado en el año 2000 en España como pionera esencial en torno al arte de los macroproyectos en contextos urbanos.
Había pasado 9 meses del año 2000 trabajando mano a mano con miles de voluntarias, colocando libros en la monumental muralla lucense. Ese trabajo llamó la atención de la UNESCO, que otorgó finalmente el título de patrimonio de la humanidad al histórico monumento. No tardaron en invitarla a la propia sede de París a realizar una instalación también con libros y, más tarde, le concedieron una comisión histórica: Emular CUMULUM en Madrid rodeando la icónica Puerta de Alcalá con libros.
Fue en el año 2001
En esta ocasión no hubo voluntariado poniendo los libros, ya que se trataba de una instalación de una duración más corta que CUMULUM (solamente 1 mes). El proyecto se ideó con motivo de la celebración de la primera Sede Mundial del Libro, designación que se vino repitiendo anualmente desde entonces. Además de necesitar más celeridad, el monumento se encuentra en una zona con mucho tránsito de vehículos y sería imposible organizar una obra semejante con personas no especializadas.
Los promotores de la obra fueron:
La ejecución de la logística se le encargó a una empresa especializada y estuvo coordinado por la propia artista:
El carácter comunitario y de colaboración ciudadana se centró en esta ocasión en la donación de los libros. Se hizo una petición pública en la prensa que resultó mediática rápidamente. Los madrileños, en poco tiempo, reunieron más de 250000 libros. Un número excesivo para forrar la Puerta de Alcalá (necesitó 60000), pero perfecto para uno de los motivos principales de la idealización de esta obra: Todos los ejemplares de literatura infantil y juvenil fueron donados a programas de alfabetización en Nicaragua, República Dominicana, El Salvador y Colombia, a través de la Agencia Española de Cooperación con Iberoamérica.
Este proyecto se sigue recordando en Madrid
Participaron en él personas del mundo de la literatura, de la política y de la aristocracia, lo cual multiplicó su aparición en medios y, por ende, de donaciones.
La trascendencia de este tipo de obra efímera en monumentos históricos se mide, además de por la permanencia en la memoria de quien lo ha vivido, por el impacto que supone en la historia del arte. Se trata de hitos, de reescrituras en la historia del propio monumento.
Christo y Jeanne-Claude, pareja de artistas destacados por sus grandes intervenciones en espacios públicos, recubrieron numerosos monumentos con telas de diferentes colores por muy diversas partes del mundo. Con estas acciones conseguían restablecer la grandiosidad de las arquitecturas, que los oriundos habían olvidado debido a la costumbre de tenerlos continuamente en su entorno visual. Envolverlos a modo de regalo significó un renacimiento y, por lo tanto, un registro en su historia y en la historia del arte.
Luz Darriba y esta pareja de artistas coincidieron en un proyecto artístico histórico:
Intergrafk 90 – 9thInternational Triennal of Commited Graphic Arts in the German Democratic Republik, Berlin.
Fue la última edición de la trienal antes de la disolución de la República Democrática Alemana. Se destacaron artistas de numerosos países y Luz aparecía en el apartado de Argentina.
El Ayuntamiento no deja ni este ni otro monumento así como así para cualquier iniciativa.
Fernando Martínez Vidal (concejal de Cultura)
Christo y Jean-Claude
Estos históricos artistas quisieron en su momento recubrir la Puerta de Alcalá. Fue al principio de los años 80 y les resultó imposible por las muchas trabas que les puso el ayuntamiento. El proyecto estaba apadrinado por la histórica galería de Juana Mordó e intentaron tener avales técnicos que diesen garantías de seguridad. Pero se convirtió en un proyecto soñado y no realizado. Los artistas de este tipo de instalaciones han tenido que acostumbrarse a las negativas, puesto que la burocracia y el recelo con respecto al patrimonio son trabas comunes y entendibles.
Luz Darriba, sin embargo, sí logró el hito de poner una segunda piel a la histórica Puerta, uniendo en su iniciativa colaboración ciudadana, animación a la lectura, solidaridad con países en vías de desarrollo y arte contemporáneo de primera línea.